12 junio 2008

Medicina Alternativa

Los maravillosos poderes
curativos del Diente de León

La planta tiene usos múltiples. En la nota se describen de qué manera se recurre a ella, tanto desde la Homeopatía Unicista, como desde la fitoterapia, y desde el sistema de florales de última generación. También se la conoce como Dandelion y Achicoria amarga. Es ideal para combatir el acné, las várices y los problemas hepáticos.


Los componentes activos principales (responsables de la acción del Diente de León en el hígado y el aparato digestivo) son sus principios amargos.
Es también una fuente rica de vitaminas y minerales. Las hojas tienen un alto contenido de vitamina A, así como cantidades moderadas de vitamina D, vitamina C, varias vitaminas de B, hierro, silicio, magnesio, cinc y manganeso.
Las hojas son una rica fuente de potasio, que se utilizan para acción diurética. Esto lo convierte en un diurético natural, aunque su acción es diferente a los productos farmacéuticos.
Además, los compuestos amargos de las hojas y de la raíz, ayudan a estimular la digestión, y son laxantes suaves. Por lo tanto, es un tónico especialmente útil para las personas con la función hepática lenta debida al abuso de alcohol o dieta pobre. El aumento en el flujo de bilis puede ayudar a mejorar el metabolismo de grasas en el cuerpo (incluyendo el colesterol)

En la fitoterapia


Denominado en latín Taraxacum officinalis de Weber, es una planta de la familia de las compuestas, mide aproximadamente 35 cm. de altura, es muy común y vistosa, gracias a sus flores amarillas, las cuales se cierran entre las 8 y las 9 de la noche. Su fruto es de color blanco, algodonoso y plumoso, y comúnmente de lo conoce con el nombre de “panadero”.
Es originaria de Europa y Asia. Es frecuente en nuestro país, especialmente en el sur. Crece fácilmente en cualquier parte, en jardines, al lado de los caminos, y florece casi todo el año.
Otro nombre con el que todos lo conocen es: achicoria amarga.
Su nombre Diente de León, lo recibe por las hojas extremadamente dentadas, triangulares y desiguales. Fue San Serapio (patrono de los enfermos) quien acuñó el nombre taraxacum, que en griego significa "yo remuevo", por sus propiedades laxantes.


Acción diurética


Los extractos de la planta (dosis de 2 gr. de la planta seca) producen un efecto diurético equivalente a cualquier medicamento usado para eliminar el exceso de líquidos y por su alto contenido en potasio, compensa las pérdidas urinarias.
La infusión de la raíz es tónica y purifica la sangre. Se aconseja tomarla contra las várices, flebitis y cualquier otro trastorno de la circulación de la sangre.
Sobre el hígado
Tiene una marcada acción benéfica sobre el hígado y la vesícula, favoreciendo la digestión, ya que promueve la salida y el uso de la bilis de la vesícula biliar.
La raíz ha sido tradicionalmente utilizada para facilitar las funciones de eliminaciones renales y digestivas. En la década del '40 se utilizó una dosis de 50/100 mg. por día, en afecciones hepáticas crónicas: hepatitis, cirrosis hepática e insuficiencia hepática, con muy buenos resultados.


Acción hipoglucemiante



Produce disminución de la glucosa en sangre, por estímulo de las células pancreáticas, y por eso se lo utiliza para ayudar en los casos del tratamiento de la diabetes.


En Homeopatía


También se usa en casos de temblores en los brazos o antebrazos. Dolor en las pantorrillas, que cesa al tocarlas. Puntadas en la planta del pie derecho, estando sentado. Ardor en las rodillas, piernas y dedos de los pies. Sudores profusos entre los dedos de los pies y várices dolorosas. Y en pacientes con dolores de hígado y molestias neurálgicas en las rodillas

Dandelion, remedio floral

Como cualidad positiva, se destaca el hecho de que provee gran energía dinámica, equilibrada, vivaz, que genera un bienestar interior.
Se usa en casos de sobrecarga de tensión nerviosa, en contracturas, en los casos de tensión, ya sea por estrés o por excesiva actividad física.
Otras maneras de ser utilizada son: para mejorar el estado de conciencia, en casos de aflicción del corazón, en las crisis de la mitad de la vida, para favorecer la concentración en el estudio, para lograr mejores efectos en masajes, en casos de penas profundas.
Esta esencia floral ayuda a quien la toma, a escuchar su propia voz interior que le dice cuando es necesario hacer un alto en el camino de las ocupaciones cotidianas.

Un consejo final

De cualquiera manera, digamos que este artículo no pretende para nada reemplazar el inestimable valor que tiene una consulta médica.
Los términos de acción de los medicamentos vertidos en esta síntesis, como así también las descripciones de síntomas, tienen el propósito de orientar.
Automedicarse no es recomendable. Se sugiere que siempre visite a su homeópata a los fines de determinar que síntomas han de cubrirse, con qué dosis, y de qué manera emplear el remedio (ya sea como fitoterápico, como floral, o como medicamento homeopático). Así, a partir de un equilibrio mayor y mejor, es posible aprender a disfrutar la vida cada día mejor.

Dr. Sergio E Pereira Vitale
homeopata@unicista.com / (011)4545-8734

11 junio 2008

Sexología

El 60% de las mujeres sufre
de alguna disfunción sexual

El 60 por ciento de las mujeres padece algún tipo de disfunción sexual a lo largo de su vida, frente al 40% de los hombres, según el presidente de la Asociación para la Investigación de las Disfunciones Sexuales en Atención Primaria, el español Lorenzo Guirao, en relación con varios estudios presentados durante el XII Congreso Mundial de Menopausia celebrado en Madrid.
A lo largo de este evento se difundieron diversos estudios internacionales relacionados con la actividad sexual de las mujeres, observándose que menopausia y un antecedente de histerectomía -extirpación total o parcial del útero con o sin conservación de los ovarios- influyen en un aumento de estas disfunciones y en una pérdida del deseo sexual.

Que lío

Así, la doctora Rossella Nappi de la Fundación Salvatore Maugeri de la Universidad de Pavia (Italia), destacó que el 30 por ciento de las mujeres carecen de interés por el sexo y que un 20 por ciento tienen relaciones sexuales no placenteras.
Esto se puede deber a que una de cada tres mujeres experimente sequedad vaginal y dolor durante las mismas, y que incluso un 25% no logran alcanzar el orgasmo.
Estos factores aumentan en edad menopáusica e influyen en la calidad de vida de estas mujeres, ya que van "acompañados de una pérdida de energía y mal humor", según Nappi.
Sin embargo, la menopausia no debe relacionarse con una pérdida del apetito sexual, explicó el jefe de Ginecología Psicosomática y Sexología del Hospital Universitario de Basilea (Suiza), Johannes Bitzer, que apostó por un tratamiento conjunto de los factores psicológicos y hormonales "en el que también se cuente con la pareja para solucionar los problemas".
Es más, añadió, en ocasiones las disfunciones sexuales de las mujeres están ocasionadas por las que también padecen sus maridos, "que al tener más edad generalmente padecen disfunciones eréctiles".

Problemas frecuentes


Entre las disfunciones sexuales femeninas más habituales, los expertos destacaron el trastorno del deseo sexual hipoactivo (TDSH), que es más de tres veces superior en mujeres de entre 40 y 69 años en comparación con las más jóvenes, seguido de los trastornos del orgasmo y los de excitación sexual.
Además, el 18,9% de entre 45 y 54 años están insatisfechas con su relación de pareja y el 25% lo están sexualmente.
De hecho, estas cifras aumentan aún más en las mujeres que han sufrido histerectomía, ya que esta operación influye en una disminución del "interés de las mujeres en mantener relaciones sexuales".
En esta población los trastornos de excitación sexual se dan en un 15,3% de los casos y el trastorno del deseo sexual hipoactivo alcanza al 13,1% de estas mujeres.
Por el contrario, la edad en la que hay menos disfunción sexual femenina es la que se comprende entre los 18 y 39 años, sin que predomine un problema en concreto.

Fuente Original: El Mundo / Madrid

10 junio 2008

Psicología

Aprenda a detectar si sufre de ataques de pánico

Una importante especialista argentina se pregunta si es un mal de la época o una nueva denominación de una enfermedad que afecta a la Humanidad desde sus inicios. Conozca sus respuestas y sobre todo la sintomatología y su tratamiento.

El ataque de pánico o crisis de angustia, también conocido como panic attack, es una denominación incluida por la Asociación Americana de Psiquiatría en el DSM IV (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales). A pesar de estar descripta dentro de un nomenclador de trastornos, la crisis de angustia no aparece con un código aislado sino como una manifestación dentro de los diversos trastornos por ansiedad como lo son el trastorno de angustia con o sin agorafobia, la fobia específica, el trastorno obsesivo-compulsivo y el trastorno de ansiedad generalizada, entre otros.
Este “nuevo mal” del siglo XXI, es muy frecuente afectando, de acuerdo a algunos estudios, a uno de cada 30 sujetos, pero llamativamente no es exclusivo de nuestra época. Freud en 1894 le da el nombre de neurosis de angustia a dicho cuadro; “llamo neurosis de angustia a este complejo de síntomas porque todos sus componentes se pueden agrupar en derredor del síntoma principal de la angustia; cada uno de ellos posee una determinada relación con la angustia” (…).
Es allí donde el padre del psicoanálisis enumera uno a uno los síntomas que describe el manual norteamericano para la crisis de angustia.
Entonces es ¿el ataque de pánico un mal de nuestra época? o ¿es una nueva forma de nombrar a un padecer que aqueja desde siglos a la Humanidad?
Hace ya varios años que esta nueva forma de presentación del ataque de angustia ha inundado nuestros consultorios Psi. A partir de la crisis desatada en nuestro país desde el año 2001, este tipo de patología se ha ido exacerbando como consecuencia (entre otras razones) de las diversas problemáticas que genera el malestar socio-económico en el que vivimos: desempleo, inseguridad, inflación, empobrecimiento del sistema educativo y de salud, etc.

Sintomatología y características

En cuanto a la sintomatología propia del ataque de pánico, el mismo consiste en una repentina sensación de intenso miedo o malestar, alcanzando su intensidad máxima dentro de los primeros diez minutos y llegando a tener una duración de treinta minutos aproximadamente. Acompañando a dicha aparición aislada de miedo deben reportarse por lo menos cuatro de los siguientes síntomas:
1. Palpitaciones o taquicardia.
2. Sudoración.
3. Temblores o sacudidas.
4. Sensación de ahogo o falta de aire.
5. Sensación de atragantamiento.
6. Opresión o malestar torácico.
7. Náuseas o molestias abdominales.
8. Inestabilidad, mareo (aturdimiento) o sensación de desmayo.
9. Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (estar separado de uno mismo).
10. Miedo a perder el control o a volverse loco.
11. Miedo a morir
12. Parestesias (sensación de adormecimiento u hormigueo en manos, pies, etc.).
13. Escalofríos o sofocaciones (calor).
Abordando la cuestión desde un lugar menos técnico y más del lado de la opinión pública, podríamos pensar que lo que comúnmente llamamos panic attack, se refiere al cuadro denominado trastorno de angustia (panic disorder) y no a todos los desórdenes incluidos dentro de la categoría de trastornos de ansiedad.
Para considerar un caso como trastorno de angustia es necesario que a la sintomatología arriba citada se le sumen las siguientes condiciones:
- Las crisis de angustia deben ser recidivantes e inesperadas y producir un cambio significativo del comportamiento del sujeto junto a un estado de permanente preocupación ante la posibilidad de aparezcan nuevas crisis y las consecuencias de éstas (volverse loco, infarto, etc.).
- Asimismo puede producirse con presencia o ausencia de agorafobia (evitación de lugares o situaciones donde escapar pueda resultar difícil)

¿Cómo?

Existen tres tipos de crisis de angustia, que pueden darse en el trastorno de angustia, de acuerdo a la forma de inicio y la presencia o ausencia de desencadenantes ambientales:
1. Crisis de angustia inesperada: en la que el inicio de la crisis de angustia no se encuentra asociado a motivo aparente. Muy común en el trastorno de angustia.
2. Crisis de angustia situacional: donde la crisis de angustia aparece de forma casi exclusiva inmediatamente después de la exposición o anticipación de un estímulo (por ej.: ver una araña desencadena automáticamente una crisis de angustia). Propia de las fobias sociales y específicas.
3. Crisis de angustia más o menos relacionada con una situación determinada: tiene más probabilidades de aparecer al exponerse el sujeto a ciertos estímulos ambientales, aunque no siempre aparezca ante dicho estímulo ni tampoco inmediatamente después de exponerse a la situación. Presentes en el trastorno de angustia y en las fobias.
La persona que experimenta ataque de pánico expresa que es una de las experiencias más aterradoras que puede padecer un sujeto en su vida, “es la vivencia más cercana a sentir que te vas a morir”, comenta un paciente.
Inclusive muchos de los afectados, en su primer ataque, llaman a un servicio de emergencias médicas ya que piensan estar sufriendo un infarto. Luego de realizarse varios chequeos médicos y seguramente con el consejo de algún profesional de la medicina aceptan que lo que les pasa no tiene un origen físico sino psíquico.
El desencadenamiento del primer ataque de pánico se da generalmente cuando el individuo se encuentra atravesando situaciones estresantes como lo pueden ser mudanzas, conflictos amorosos, desempleo, problemas económicos, fracaso escolar, muerte o enfermedad grave de un ser querido, vivencias traumáticas y toda situación generadora de ansiedad.
Luego, a todo esto se le suma el mismo estrés causado por el primer ataque con lo cual se entra en un circuito cerrado del que solo puede salirse con tratamiento psicológico ya que vendrán a sumarse numerosas restricciones que van a ir produciendo un deterioro en las diversas áreas de la vida del afectado (laboral, afectiva, social, física, etc.)

Tratamiento

Cuando un paciente llega por primera vez al consultorio viene portando la etiqueta del ataque de pánico, como un modo más seguro para él mismo de saber lo que tiene, demandando así una receta mágica que le diga que hacer ante esto carente de explicación que le ocurre. Esto es mucho más simple que ponerse a revisar porque le pasa esto que le produce sufrimiento.
Desde nuestra perspectiva, lo recomendable para la persona que sufre de esta sintomatología es comenzar un tratamiento psicológico con la posibilidad (de acuerdo a lo singular de cada caso) de combinarlo interdisciplinariamente con un tratamiento farmacológico específico. Es importante destacar que el tratamiento único por medicación no logra la remisión del cuadro.
La oferta que proponemos para aquel que realiza la consulta psicológica es tratar de abordar esto que le pasa desde la intermediación de la palabra ya que justamente si se intenta acallar el síntoma con medicación inmediata, sin tratamiento psicológico, solo se esta tapando algo que va a estallar más adelante y en mayor magnitud.
La estrategia a seguir es que el paciente comience a recorrer un camino donde pueda relacionar la crisis de angustia con algo de su historia, donde pueda responderse que es lo que no está funcionando en su vida y comience así a apoderarse de aquello que lo angustia en vez de vivirlo como algo ajeno que se le impone.

Ana Baquela / Psicóloga / Coordinadora de
Clinicar (www.clinicar.com.ar) - Tel. (011) 5237-2556